Desde el grupo local de CiU en Viladecavalls lo advirtieron tal y como acabó el pleno ordinario de mayo:solicitarían la nulidad de una moción aprobada en la recta final de la sesión. Las presuntas irregularidades detectadas por la oposición en el proceso de votaciones motivaron una queja generalizada contra el alcalde. Ahora, los ediles convergentes han pasado a la acción, y han decidido solicitar de forma oficial la nulidad de dicho punto, aprobado con los votos a favor del ejecutivo local, y con el supuesto silencio opositor.
Silencio porque en el acta consta que ninguno de los ediles contrarios a la posición del gobierno votaron. Ni a favor, ni en contra, ni abstención. Según aseguran desde CiU, “el acta recoge que seis de los ediles no manifestaron su intención de voto”, citando como afectados a Cesca Berenguer, Josep Faure, Jesús Porres, Dolors Salmerón (CiU), Paco Vega (PVA) y Josep Sort (ARA-Rcat). Yque además, el portavoz del Partido Popular, el concejal Antonio Milán, se posicionó del lado del ejecutivo local y votó a favor de la moción, cuando “su voluntad era votar en contra del mencionado punto”. Por este motivo, la oposición considera que “la situación de descontrol que se vivió en el pleno durante el proceso de votación provocó que la voluntad del pleno no se fundamentase de forma correcta, y en consecuencia, se acabaron vulnerando los derechos fundamentales de los concejales, que no pudieron expresar su intención de voto”.
competencias
El punto de la discordia presentaba una cuestión delicada. Una moción mediante la cual se debía abordar una serie de condiciones relativas a la compatibilidad, dedicación y retribuciones de las tareas de la concejal Glòria Ullés. Desde la oposición recuerdan que el punto había sido retirado en numerosas ocasiones, y que los portavoces no estaban de acuerdo con el planteamiento gubernamental. El descontento de los ediles opositores alcanzó su cenit cuando llegó el momento de votar. Los concejales de CiU, PVA, PPy ARA-Rcat apuntaron que “la concejal Glòria Ullés no podía participar en la votación, por ser parte implicada, pero lo hizo a sabiendas de que no procedía”.
DESCONCIERTO
No fue el único factor polémico durante el desarrollo de la moción. En el proceso de votación, la oposición denunció que “los constantes altercados, interrupciones y ruido imperantes en la sala, procedentes de un sector del público, provocaron la desorientación de los concejales que queríamos pronunciarnos en contra, aunque no pudimos escuchar con claridad las palabras del alcalde; por ello, no pudimos expresar nuestra intención de voto”, afirmaron desde CiU en una nota. El resultado de aquella situación fue la aprobación de la decisión del gobierno sin que se contabilizasen votos de la oposición (según apunta CiU). Tan sólo se registró el de Antonio Milán, aunque en una línea distinta a la que el portavoz popular quería manifestar (se le contabilizó el voto en consonancia a la postura del ejecutivo, cuando él asegura que quería votar lo contrario).
El descontento ha acabado traduciéndose en la petición formal de nulidad de la moción. Ahora, trasladado el recurso de reposición al Ayuntamiento, la potestad de anular el acuerdo corresponde al alcalde. Desde CiU ya han adelantado que esperarán la decisión consistorial, y que si la resolución final no se ajusta a las pretensiones de la oposición, emprenderán las acciones que consideren necesarias.
¿Qué opina el alcalde al respecto? El ecosocialista Carles Rodríguez recordó que “la moción la presentaron desde la oposición, pero no supieron que votar y se equivocaron; el sentido del voto está muy claro”, concluyó.
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