Cuenta Ahmed Al-Zayed (Deir ez-Zor, Siria, 1959) que cada vez es menos la población civil de su tierra natal que tiene acceso a agua potable o a alimentos básicos. Son algunas de las consecuencias humanitarias derivadas del conflicto que estalló en el país –una de las piezas que componen el irresuelto puzle de Oriente Medio– hace más de un año, cuando una revuelta popular se enfrentó al poder hegemónico del presidente Bashar Al-Assad.
La llamada “primavera árabe” (contraria a los regímenes totalitarios de la zona, y que había llegado antes a Túnez, Egipto y Libia) alentó el inicio de las protestas. Pero, como explica Al-Zayed (vicepresidente de la Plataforma de apoyo al pueblo sirio de España), los manifestantes opositores sufren ahora la represión de una dictadura que sigue aferrada a los mandos del estado 40 años después.
¿Por qué la “primavera árabe” ha tenido efectos más o menos inmediatos en otros países cercanos y, sin embargo, se ha enrocado en Siria?
Porque hablamos de un caso especial. Para empezar, debemos entender el papel que juega Siria en el conflicto de Oriente Medio, ya que tiene frontera con Israel. Y, para este país, es la frontera más segura con que cuenta en estos momentos, tras la caída de Mubarak en Egipto. De ahí que los rusos, los americanos y los israelíes hayan apostado por que el régimen de Al-Assad continúe en Siria. Además, hay diferencias de contexto respecto a otras revueltas de la “primavera árabe”.
Como, por ejemplo…
En Túnez, la revolución pilló por sorpresa al dictador Ben Ali, y fue la primera que provocó la caída de un gobierno. Mientras que en Egipto, donde al contrario que en Siria ya existía una cierta libertad, los manifestantes se reunían en un punto físico determinado, la plaza Tahrir, un hecho que no se ha producido en mi país y que también tiene importancia, ni que sea desde un punto de vista simbólico.
Usted habla sobre la falta de libertad en Siria. ¿En qué aspectos se ha manifestado durante los últimos años?
Por ejemplo, en que el 80% del poder económico está bajo el control del presidente Al-Assad y su familia. Además, debemos considerar que hablamos de un territorio multiétnico, formado por las minorías sunita, cristiana, kurda y drusa, como las más destacadas. Pero hay una secta, la alauita, a la que pertenece el 12% de la población, y que es la del presidente Al-Assad, que ostenta todos los derechos en detrimento del resto. Es decir, en Siria, si no eres de la etnia del presidente tienes un futuro difícil. Así que el país era un terreno fértil para que se produjera una insurrección.
El conflicto armado entre las fuerzas leales a Al-Assad y los rebeldes, ¿se traduce, también, en una división social de facto entre partidarios y detractores del régimen?
Sí, pero existe una inmensa mayoría de la población, hasta el 70% diría yo, que está a favor de la revuelta. De hecho, cada vez hay más miembros del ejército oficial que, pese a que pertenecen a la misma etnia del presidente, han empezado a darse cuenta de los abusos que Al-Assad ha cometido en el poder, y toman la decisión de desertar y convertirse en rebeldes que luchan contra el dictador.
Aunque vive en Terrassa, usted tiene familia en Siria. ¿Cómo le cuentan que es el día a día allí?
Me dicen que la situación humanitaria es desesperada. La ONU ha cifrado el número de muertos del conflicto en más de 16.000, pero, desde el interior del país, las organizaciones hablan de más de 20.000 muertos, 57.000 desaparecidos, 300.000 detenidos, 1.500.000 desplazados, 75.000 refugiados en el Líbano y unos 100.000 en Jordania. Me comentan que la gente tiene hambre, que les falta de todo, pero que desean seguir la lucha.
También me explican que hay miedo. Las milicias de Al-Assad han disparado muchas veces de una forma indiscriminada contra quienes protestaban en la calle. Por este motivo muchos sirios, antes de salir de casa para acudir a una manifestación, siguen el mismo ritual, que consiste en ducharse para ir limpios por si mueren, y en despedirse de su familia por si ya no vuelven. No podemos olvidar las múltiples masacres que ha cometido el régimen. Por ejemplo, la de Hula, del pasado 15 de mayo, en la que hubo más de 110 civiles asesinados a sangre fría. O la del día 7 de junio,en Qubeir, una aldea de unos 50 habitantes donde tan solo se salvó una anciana.
¿Existe un perfil tipo del manifestante opositor a Al-Assad?
Los protagonistas de las marchas son, en especial, jóvenes universitarios. Y también están los grupos organizados de la oposición, que a menudo tienen visiones distintas entre sí, pero que permanecen unidos por el fin común de derrocar al dictador. En la parte contraria, la estrategia de Al-Assad se ha basado en intentar hacer creer al mundo que éste es un conflicto entre etnias, cuando se trata de una revuelta popular en su contra.
La ciudad de Homs se ha convertido en la capital de los rebeldes. ¿Por qué es tan importante esta población?
Durante los últimos meses, Homs ha pasado a ser un símbolo, ya que allí ha habido manifestaciones en contra de Al-Assad a diario, y se han producido fuertes enfrentamientos por tener el dominio de una localidad que, durante mucho tiempo, ha permanecido dividida. Algunos distritos han estado bajo el control de las milicias que luchan contra el régimen, mientras que en otros, la mayoría ha sido oficialista. Además, la situación geográfica de Homs resulta estratégica, puesto que se encuentra cerca de la frontera con el Líbano y tiene conexiones próximas al mar. Hoy, Homs es una ciudad casi fantasma. Muchos barrios han desaparecido del mapa.
En el caso de Egipto, millones de personas siguieron en directo la caída de Mubarak a través de la televisión. En Siria, Al-Assad ha impuesto una cerrazón informativa.
¿Qué papel han jugado los vídeos que la oposición ha colgado en YouTube y en los que ha denunciado la represión de la dictadura?
La rebelión no hubiera sido la misma sin YouTube, e internet en general, que se ha convertido en la herramienta que ha permitido difundir, al exterior, los hechos que han ocurrido dentro de Siria. Gracias a la red, la información ha llegado a la opinión pública internacional. Yo mismo me comunico a diario, vía Skype, con miembros de las coordinadoras de la revuelta que están en el interior del país.
Ante la importancia que ha adquirido internet en el conflicto, ¿el gobierno sirio ha intentado boicotear, de algún modo, el acceso online?
Sí, aunque, por suerte, hoy en día existen muchas formas de entrar en el ciberespacio. Siempre que el Al-Assad ha cortado la conexión a la red para evitar que mundo supiera qué pasaba en Siria, la oposición ha buscado alternativas, como usar teléfonos móviles desde los que sí era posible navegar, o estar cerca de la frontera con otros países para captar redes y, así, poder conectarse.
¿La comunidad internacional ha estado a la altura de las circunstancias durante este tiempo de revuelta?
Ni mucho menos. El papel de la comunidad internacional ha sido lamentable. Aparte de la posición de Israel, que determina el rol que han tomado los Estados Unidos, la Liga Árabe ha mantenido una postura ambigua sobre el conflicto, porque muchos países quieren evitar que caiga otra dictadura en la zona, ya que tienen miedo de que la “primavera árabe” se extienda. Tampoco las oenegés, como la Cruz Roja o la Media Luna Roja, han ayudado a paliar la situación humanitaria, puesto que el régimen de Al-Assad dificulta que hagan su trabajo.
¿Cuál es el objetivo de la Plataforma de apoyo al pueblo sirio de España, de la que usted es vicepresidente?
Nuestro propósito es dar a conocer la realidad del país. Con tal fin organizamos manifestaciones, e intentamos que el Parlamento, tanto catalán como español, aprueben una resolución sobre el conflicto, que todavía no se ha producido. Pese a todo, el pueblo de Siria continuará las protestas porque está muy mentalizado de que debe llegar hasta el final.
No hay comentarios:
Publicar un comentario